jueves, 23 de diciembre de 2010

Lo que faltaba, es Navidad

Feliz Navidad, próspero año nuevo...convenciones sociales en estas fechas que decimos de pasada, como un ritual que se repite en este proceso del año, mantra que reiteramos en las tres fases de estos días: primero superar la Navidad, apurar el fin del año y esos buenos propósitos que nos invaden para llegar a reyes y desear que se porten bien. Hasta aquí tópicos.  Existe un porcentaje similar entre los forofos de estas fiestas y los navidófobos, que también cuentan. Intuyo que el resto, gran mayoría, se deja arrastrar por uno u otro bando, pasando de puntillas y meros espectadores pacientes de lo que se avecina. Luego están los niños, que son de otro mundo, en aquella dimensión que  nos cuesta recordar porque ya hace mucho tiempo nos libraron el pasaporte con fotografía y huella dactilar de adultos. Qué digo de otro mundo, ellos son de otro planeta, marcianos en los que no reconocemos que también nosotros fuimos alienígenas de ilusión y sonrisa cándida. Y luego están otros niños  marcianos que viajan en una nave aparte, en otro espacio-tiempo paralelo. Viajan a la deriva de la Navidad y sus buenas vibraciones, cautivos en el forfait all inclusive que les ha comprado (muchas veces con el dinero de papá/mamá-ausente-cajero automático-solo sirve para eso) el comandante que pilota el artefacto de tal vuelo sideral. Los ocupantes de esas naves no tendrán unas fiestas como el resto, como digo están en otra dimensión en la que hay uno de sus padres que no sale en la foto porque en el proceso de revelado alguien encenció la luz en el fatal momento. Y se borró esa figura antaño amable arrastrando en el agujero negro a tíos, primos, abuelos, amigos, la mitad de su vida. ¿Triste?, menos mal que están en otro plano de su universo bidimensional y tan sólo contemplan sombras reflejadas en la pared, cuarto y mitad frontera sectaria de la cueva cerrada en la que habitan, resto de mito platónico hecho realidad cotidiana..
Qué decir del espectro borrado de la foto, sonado de dolor en estas fechas por el recuerdo angustioso de otros días, arrostrando el peso del silencio, pez abisal con una columna de agua alienadora  sobre su pecho inversamente proporcional a su sentimiento de amor en tanta distancia de universos irreconciliables. Medir la velocidad de la luz que acerque los planetas parece una misión  imposible, qué quieres, los de armagedón llegaron tarde y la destrucción del asteoride no pudo ser. Tanta explosión nuclear de metáforas para reconocer que estoy jodido estos días en los que celebrar el nacimiento de un niño cuando recuerdas a los tuyos resulta un sarcasmo. No recuerdo la historia, pero no me suena que aquel niño repudiara convencido a su padre, que no lo era, ni fuera manipulado por María. Aunque nunca se sabe, de José se cuenta  su oficio de carpintero y que transmitíó su saber al hijo, que lo formó, lo educó, como muchos padres hicimos, para permanecer luego en el limbo del olvido. Quizá el sanedrín le impuso el pago de una pensión, en sestercios de la metrópoli, y recibió el pago del desprecio, relegado a la penumbra de su faceta de visitador. No, todo esto es una absurda elucubración, no debemos pensar que de la alienación no se salva ni Dios.
Con tanto anuncio de colonia en la tele me temo que algunos no habrán sucumbido a tanta propaganda y habrán optado por lo facilón, qué mejor regalo me puedo esperar que la famosa fragancia eau d'alienation de la afamada casa GardeMonoparentel, París. 

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