sábado, 1 de enero de 2011

Políticamente incorrecto.

Conversaba el otro día con Luna. Amargamente me relataba su indignación al conocer que la pareja del padre de su hija insiste en que la nena le llame mamá, no de un modo sutil, sino desvergonzado, groseramente, con la aquiescencia del custodio. Luna es objeto del desprecio militante de su hija, de una situación que,  aún por repetida, no deja de causarme la sorpresa de comprobar tanta identidad en las reacciones, tanta similitud en el guión de la alienación. Siempre pienso que parece que haya  publicada en alguna editorial siniestra un manual, best seller del horror, que algunos padres y madres leen con fruición y provecho hasta convertirse en alumnos aventajados y matrícula cum laudem de ese saber diabólico.  Dolorida en  lo más íntimo de su alma ante la separación de los hijos que ella parió Luna se me lamentaba iracunda ante la injusticia que padece. Es que esto atenta a lo más sagrado, es que me dan ganas de tomarme la justicia por mi mano y cargarme a todos, lloraba. Por el tono empleado y la desesperación de sus palabras me dieron ganas de tirar del cable del teléfono para sujetarla pero  lo más que pude fue escuchar en silencio y reflexionar con ella, aplicar el consuelo emoliente  del  llanto compartido ante tanto dolor, dominar la amargura en momentos tan críticos  para no hacerla incontrolable. Y reconocer que uno mismo participa de esa desesperación de animal atrapado en su instinto.  Son momentos de fantasía onírica e inconsciente que de inmediato  controla la razón. O no. Escuchar a Luna desbordada  en la distancia de la voz, con la determinación desatada del más primitivo y ancestral  estímulo de ataque furibundo ante lo incomprensible  me dejó en la más dramática lucidez. La compresión instantánea pero fugaz del horror de situaciones que lees en los periódicos.  Ya sé que esto es notoriamente incorrecto pero que quede claro, hablo de comprensión en su acepción de entender, no de justificar.
La noticia terrible del crimen incomprensible de un padre, suelen ser ellos, que acaba con la vida de su pareja y de sus hijos, arrastrando luego su propio ser, no es objeto del análisis desde esa lucidez que digo experimenté. Es un crimen  horrendo, una tragedia inabarcable por su magnitud de locura. Pero ahí queda, dato en la estadística que debiera llevarse en otra contabilidad separada. A veces quisiera conocer los detalles, no por un afán morboso, sino para comprender, para explicar con la razón,  los motivos íntimos que desencadenan un drama tan atroz. La respuesta del maltrato por  convicciones de un  machismo montaraz y ensimismado no me satisface.  Acompañan estas noticias el aliño de la incredulidad de las gentes que rodean el drama. Nadie pudo imaginarlo ni prever qué sorda sedimentación de acontecimientos estaba destina a buscar una válvula de escape y explosionar en sangre y vidas truncadas. A veces se cuenta que el homicida estaba en un proceso de separación,  que no supo encajarlo y arremetió contra la que personificaba sus males. ¿Y los hijos?  No hay explicación posible desde la razón y desconfío que la psicología pueda dar respuestas si no se atiende a lo primario del ser  humano en su entronque con la de la bestia atávica que le acompaña. Tampoco el derecho tiene respuesta.
Todo es demasiado doloroso, todo es demasiado incomprensible para un ser al que se le ha despojado de aquellos elementos que le daban sentido, los ladrillos fundamentales que armaban su existencia. Luna me dejó ver fugazmente los bordes de la locura. Una luz instantánea de entendimiento que me dejó horrorizado ante tanto sufrimiento y la visión del infierno que puede ser la alienación. Y no se justifica, hay que rechazar la llamada del  instinto  y combatirla aunque hayas podido comprenderla, quizás por eso mismo.
 La única conclusión razonable, de estar en tal estado, la mejor recomendación, es cumplir la llamada inexorable si no es posible eludirla, comenzando por uno mismo. Al menos es una salida civilizada entre tanto desespero.  Con una buena noticia: no está penada y supone un descanso para siempre.

1 comentario:

  1. Realmente Luna esta muy afectada, muy triste y agotada ante tanta maldad y tanto daño gratuito, es muy triste ver como al final nuestros propios hijos son victimas y a la vez verdugos amparados por una justicia incompetente.
    Realmente la gente juzga sin conocer que hay detras de cada historia, es mas facil juzgar al projimo que juzgarse a uno mismo.
    Muy buena tu reflexión Jose A.
    Un fuerte abrazo para ti y para el grupo.

    ResponderEliminar