Una hora de radio sobre el S.A.P. Participé en el programa junto a Cristina, una madre afectada y sometida a esta enorme vejación de ver a su hija manipulada y apartada de su vida, mi amiga Cristina con la que tantas experiencias he compartido a cuento de esta anomalía que padecen nuestros hijos. Interviene el magistrado F.Serrano y la especialista Arantxa Coca.
Alienta el comprobar una pequeña toma de conciencia del problema, aunque sea mediante emisiones de radio en horario de vampiros. Al menos nos queda la grabación en la web:
http://www.lucesenlaoscuridad.es/grabaciones.php?elemento=2369
Imposible abarcar todo el fenómeno, qué lástima no contrastar otras opiniones, qué poco tiempo para explicar la complejidad de la alienación y el daño terrible que ocasiona cuando cristaliza en síndrome.
Participaron otros dos padres, víctimas de la bala de plata que titula este blog. Casos extremos de la venganza que resultan muy vistosos para el periodismo, aunque no son precisos para exponer el drama de la alienación. La exclusión y pérdida que las interferencias parentales ocasionan son tan salvajes que por sí mismas, sin el disparo del arma plateada, son suficientes para que la sociedad adopte medidas de salvaguarda. No sé a qué estamos esperando, el tiempo es precioso y día que pasa se pierden vidas de menores y de padres por el desagüe del odio ilimitado que el SAP genera. Aunque parezca algo trasnochado, el título del programa, Luces en la Oscuridad, resulta premonitorio en esa luz que buscamos los afectados, en la oscuridad que la alienación ocasiona a nuestros hijos. Gracias, gracias por el tiempo de radio, gracias por esa luz en la oscuridad.
"Entre las diferentes estrategias usadas por los padres alienadores destaca, por su efecto devastador, la formulación de falsas acusaciones. En términos muy gráficos se ha descrito esta maniobra como “la bala de plata”, con la que, de modo casi infalible y en un altísimo porcentaje de casos, se consigue destruir, a veces para siempre, la relación paterno-filial"

domingo, 30 de enero de 2011
domingo, 16 de enero de 2011
Un libro recomendado
La página de ANASAP ha publicado la aparición de este nuevo libro y el artículo que copio abajo. Lo he leído de un tirón, lo reconozco, y eso no resulta adecuado para meditar su contenido, pero me atrevo a recomendarlo en la medida que las reflexiones que se hacen en su texto vienen avaladas por quien está en contacto día a día con la problemática de las relaciones entre progenitores y sus hijos, decidiendo en justicia sobre sus vidas. Menuda responsabilidad, menuda carga admirable. Cuántas horas de sueño robado si se quiere acercar a la equidad. Su experiencia es virtud de veracidad frente a la ideología de estómagos agradecidos que como charlatanes de feria se atreven a pontificar en el vacío sobre cuestiones que ni han vivido ni han estudiado. Siempre que escucho las intervenciones de esos chalanes se me asemejan a músicos mediocres y zafios tocando una y otra vez la misma melodía que aprendieron de oído, reiterando hasta la saciedad las mismas notas desafinadas, pero pasando la gorra desgastada de su mísera condición. Después de la entrada hago un par de comentarios complementarios
Nuevo libro del Magistrado de Familia de Sevilla, D. Francisco Serrano Castro: “Relaciones paterno-filiales”, con un capítulo sobre “Síndrome de alienación parental” (SAP)
Un Juez verdaderamente experto que no confunde “interés superior del menor” con “niñitis”.
Relaciones paterno-filialesSerrano Castro, Francisco de Asís
EAN: 9788415145745
Editado por: El Derecho y Quantor, S.L. Grupo Editorial en Diciembre 2010
Esta es la 1ª edición, de 261 páginas en idioma Castellano, con encuadernación Rústica
Autor:
Su artículo más reciente sobre SAP:
SÍNDROME DE ALINEACIÓN PARENTAL
“La Alienación Parental es un proceso mediante el cual un hijo es programado para conseguir que acabe odiando a uno de sus progenitores, padre o madre, e incluso al resto de su familia extensa, abuelos especialmente. Cuando el síndrome se acaba instalando en el menor, éste acaba actuando de forma autónoma y contribuye por su cuenta a la campaña de denigración del padre o madre alienado”..
La evidencia de ese fenómeno, patente para cualquier ciudadano de la calle, sin embargo, no es reconocida por los expertos designados para integrar una comisión constituida a dedo por el Gobierno( presidido por un Presidente que también negó hasta en 50 veces la crisis económica) y de forma exclusiva y excluyente entre representantes de la ideología de género e integrantes de asociaciones subvencionadas, y que se limitan a dar el placet a un informe diseñado y preconcebido de antemano. Se han rechazado ofrecimientos de colaboración de otras asociaciones, críticas con esos planteamientos no científicos sino ideológicos. Ciertamente esos supuestos expertos son pocos, pero ruidosos y con poder político, económico y mediático. Todos ellos ignoran o desprecian el hecho objetivo de que en ningún País se discute la existencia de los síntomas que son característicos en los menores que sufren alienación y manipulación, sólo se discute su inclusión en el DSM, Manual Diagnóstico publicado por la Organización Mundial de la Salud, como tal síndrome y patología clínica. El absurdo de ese planteamiento llevaría a concluir que no existirían mujeres maltratadas porque el actual DSM IV,( el vigente, pues se encuentra en proyecto otra edición, DSM V, en la que existe una razonada y refutada solicitud para la aceptación incuestionable del SAP como trastorno expresamente reconocido por la comunidad científica) no incluye el síndrome de mujer maltratada. Por tanto, de igual forma que otras muchas problemáticas (e.g. Síndrome de Estocolmo, mobbing, etc) no aparece reconocida en las clasificaciones nosológicas, pero sí esta descrita, desde hace muchos años, en la literatura científica y se aprecia en la práctica clínica y forense.
Se ignora que se trata de un síndrome descrito y profundamente estudiado fuera de nuestras fronteras. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dictado varias sentencias declarando expresamente que los Tribunales deben averiguar si el SAP está presente y determinar sus consecuencias para el desarrollo del hijo. Por otra parte, en nuestro país los órganos judiciales han tratado, debatido y reconocido ése síndrome, patología o circunstancia, como elemento –en bastantes ocasiones- a considerar para determinar los efectos o medidas de la separación y/o el divorcio. También se ignora, por último, que ya existen países, como Brasil, con una regulación específica que reconoce e incluso sanciona penalmente el SAP.
Profesionalmente me he encontrado en varias ocasiones en supuestos donde se alegaba existencia de SAP. En algunos he apreciado que en los menores concurrían todos los indicadores y sintomatología característica, además ello avalado por informes periciales, adoptando las medidas correctoras oportunas y eficaces, que incluso han dado resultados positivos ( siempre en resoluciones respaldadas por la fiscalía y confirmadas por la Audiencia de Sevilla). En otras no lo he apreciado, y he valorado que el distanciamiento y rechazo del menor tenía su justificación en la conducta del progenitor falsamente alienado,
Tal valoración constituye la esencia de un Poder Judicial independiente a la hora de tomar sus decisiones y alcanzar unas convicciones sin determinaciones políticas pretendidamente vinculantes y obstructivas a esa labor.
Por ello desde este instante me declaro sometido al Imperio de la Ley pero me declaro insumiso a las instrucciones y orientaciones del gobierno sobre cómo he de juzgar. En todo caso me declaro más proclive a seguir las indicaciones y pautas que marca el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, a cuyos jueces el Sr Delegado del Gobierno contra Violencia de Género, se debía referir cuando afirma que el informe del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, se dirige especialmente contra jueces de sesgo machista. Espero que, ante esa actitud, no se me acuse, ni a mí ni a ellos, de sedición o algo por el estilo.
FRANCISCO SERRANO CASTRO
MAGISTRADO- JUEZ DE FAMILIA Y PRESIDENTE PLATAFORMA CIUDADANA POR LA IGUALDAD
Como en el artículo se hace referencia al Presidente del Gobierno de España, me acordé de un carta que circuló por la red y que copio a continuación:
Advierto que desconozco si el documento anterior es una pura invención o es original. Pero tiene su gracia que, de ser cierto, el negador de crisis y ferviente defensor actual de medidas para atajarla, cueste lo que cueste, o mejor, como sea, resultara también un converso al nuevo catecismo de negar lo que existe y que padecen, se llame como se llame, tantos menores en nuestra sociedad. Otra curiosidad, el cambio de posturas se origina en las mismas fechas. Casualidad, o inicios de un trastorno bipolar. Quién sabe.
Las palabras del artículo vienen referidas, atento Sr. Serrano que el delito de sedición le puede ser aplicable si se decreta otro estado de alarma de no plegarse los jueces a la ideología imperante, a las expresiones de uno de esos chalanes a los que arriba aludía y que tal que músico mediocre y con gorra en la mano sucísima manifiesta, El País dixit:
¿Qué ocurre cuando una mujer malmete contra el padre, se llame como se llame esta conducta? Miguel Lorente responde: "Claro que ese tipo de mujer existe, al igual que el hombre que fomenta la aversión a la madre. Pero si el vínculo con los hijos es sano a la vez es muy intenso, y por mucho lavado de cerebro que se alegue, el vínculo no se rompe". Cuando un niño rechaza a alguno de sus progenitores es porque sabe, porque lo ha padecido él o el adulto, que es violento y agresivo.
Sólo faltaba añadir "algo habrán hecho". Sería perfecto, un pólitico pagado por mis impuestos que se atreve, ignorante del más mínimo criterio diferencial, a acusarme de violento y agresivo. Es su única explicación razonable, en su estrechez abisal de racionio. El vínculo no se rompe... Si no fuera repugnante hasta sentiría piedad y no le desearía una puesta de piel a lo Charles Dickens, una lectura premonitoria de A Christmas Carol. Si fuera capaz de entender la alegoría, claro. Es inevitable sentir vergüenza ajena ante tanta miseria, vergüenza e indignación por la justificación perniciosa de tanto abuso sobre la infancia.
sábado, 8 de enero de 2011
L'uomo delinquente.
Hace muchos años, cuando la carrera de derecho se estudiaba por asignaturas, cuando no existían los créditos y las opcionales se contaban con los dedos de la mano, el segundo curso abría las puertas a la apasionante parcela del derecho penal. Atrás quedaban el derecho romano, el derecho natural, la historia del derecho. Y en la parte general, la criminología y su fundador, el autor del tratado que titula esta entrada, Cesare Lombroso. Ya tengo muchos años y la teoría del delincuente nato, la afirmación que el criminal puede ser delatado por su fisonomía, por sus rasgos antropológicos, flotaba en el recuerdo remoto de horas de estudio y como una cuestión ya superada en la ciencia penal. De hecho, la última ocasión que recordé a Lombroso fue leyendo a Vargas Llosa y un personaje de su novela La Guerra del Fin del Mundo, el pelirrojo escocés que palpaba los cráneos de los habitantes del sertón brasileño en pos de la confirmación de que la verdad se encuentra en la morfología atávica de la foseta situada en la zona occipital media de la calavera. El ambiente desquiciado de Canudos, el Macondo mágico made in Vargas Llosa, mejor que el original de García Márquez, resulta de la más rabiosa actualidad, pasando por la pre-determinación delictiva del guaperas Tom Cruise con los glóbulos oculares nipones trasplantados en Minority Report. Y todo a cuenta de la traslación lombrosiana en el subconsciente de nuestros legisladores: l’uomo delinquente, el destino alienador por la degeneración hereditaria de la caprichosa combinación de cromosomas que nos hace nacer mujer o varón y en tal caso, indefectiblemente, uomo, sí, pero también delinquente. No hay elección, es un sino inexorable. Lombroso añadió en las últimas ediciones de su tratado, resultaban insoportables las críticas, el factor social como coadyuvante a la ancestral llamada al delito del genéticamente destinado. Como en un bucle temporal aquella incursión decimonónica y precursora a la pregunta de si el delincuente nace o se hace ha cristalizado de modo nítido en nuestra legislación y en el espíritu que la impregna: nace, si es varón y se dan las circunstancias.
La impregnación resulta tan densa, si Carnelutti y Chiovenda levantaran la cabeza, que la predeterminación lombrosiana actualizada confunde con sesgo progresista y postmoderno la norma penal y sus consecuencias con la de carácter civil, contaminando las fuentes del derecho de familia hasta reducirlo a un erial ideológico al servicio de la intransigencia de un feminismo tuitivo y por ello repugnante. El precepto constitucional que propugna como valores superiores del ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad, para luego continuar proclamando que los españoles son iguales ante la Ley sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento o sexo, ha sido derogado de hecho por los holligans de Lombroso, los mismos que han despojado al hombre, por serlo y además padre, de las garantías a la intimidad familiar y las relaciones paterno-filiales, que han suprimido sin sonrojarse la presunción de inocencia y para quienes la tutela judicial efectiva y la prohibición de que la Administración Civil pueda imponer sanciones que de manera directa o subsidiaria impliquen privación de libertad resultan anacronismos caducos que merecen ser superados.
Sin adornos, en nuestro país sólo gozan del derecho de visita los presos y los padres separados, tras una sentencia de divorcio que de manera civil les cercena en sus relaciones familiares y supone en la mayoría de casos una sanción privativa de libertad y restrictiva de un derecho fundamental, coartándolo de manera directa y no subsidiaria. La intervención o sanción civil puede llegar al punto de someter al padre a una situación de libertad vigilada y tutelada en centros alegales donde es objeto de observación y examen en sus habilidades y aptitudes parentales. Previamente habrá sido carne del análisis parajudicial de organismos fantasmagóricos que en el más kafkiano procedimiento sin garantías le etiquetarán y clasificarán en una suerte de tría al matadero de la indefensión. Les llaman psicosociales y su nombre, de reminiscencia fascista, no es una casualidad.
Sin ambages, la criminalización del hombre llega a su paroxismo al penalizarle preventivamente si se le acusa, agravando la sanción por causa de sexo en aras de evitar una desigualdad que de manera intrínseca vulnera el principio que pretende proteger. No es tan sólo la consagración del tipo delictivo de autor, es determinismo lombrosiano en estado puro. Descartada la presunción de inocencia el imputado verá restringidos, cuando no laminados, sus contactos familiares, sometido, sin evidencias ni elementos probatorios, a órdenes de alejamiento y otras medidas severas que en el proceso penal ordinario no son aplicables. La manipulación de sus hijos, si se produce y el incauto varón se atreve a denunciarla, si el proceso de ruptura paterno-filial es causado en un campo abonado al premio y a la impunidad de quien tuerce las relaciones naturales e infunde un daño irreparable en el desarrollo psico-afectivo de los menores, tendrá como consecuencia el escarnio de encuadrarlo en la tipología del maltrato, sin importar que sea el más pacífico de los ciudadanos. Con mala suerte o con la voluntad delictiva de la falsa denuncia, verá encajada en sus sesos una bala de plata que entierre para siempre su estrenada condición de licántropo, es en lo que en suma se había convertido, dejando huérfanos en vida a los hijos que le llegarán a denostar, tal es su horrendo crimen. Con una diferencia, al padre canalla sus hijos le llevan tabaco a la cárcel (de los pocos ámbitos donde se permite fumar todavía) y al padre alienado se le echa el humo del desprecio en el limbo donde purga su pena sin el consuelo de la rehabilitación.
Son hechos, el varón, por serlo, si es padre y recae sentencia civil teñida de penalidad sin garantías y tal que condena perpetua, será vetado de información sobre sus hijos, carecerá del poder de elegir su formación y centro educativo, le será vedado conocer su estado de salud y adoptar cualquier decisión que les afecte. En muchos casos será impedido de quererles, de educarles, será condenado al ostracismo periférico de cajero automático y será instruido sobre qué lugares frecuentar y qué modo de vida ha de adoptar con ellos. Todo esto no es una restricción a la libertad. La condena civil-penal incluye la sanción de prescindir de su patrimonio y conlleva la administración forzosa a término incierto de sus ingresos por el cónyuge favorecido por el pack de su hogar y la custodia, ámbitos de los que se será desahuciado, se verá convertido en un inhabilitado por la prodigalidad que hizo gala en atender a su familia constante matrimonio, incapaz al que se le impide solicitar la rendición de cuentas de su propio peculio frente a quien lo gestiona de manera libérrima y sin control.
Mentes preclaras como Orwell o Huxley no hubieran imaginado este mundo feliz, así que, mejor, vamos a dejarnos de tonterías garantistas y promulguemos una norma que compendie lo penal y lo civil en concordancia a la realidad, el tipo delictivo definitivo que no precise de interpretaciones. Hay que dotarse de un cheque en blanco a cargo del banco de la Democracia, fuera hipocresías y que antes de tener un hijo el varón sepa con claridad a qué atenerse. No hay obstáculos, el Tribunal Constitucional lo aguanta todo. Castiguemos al uomo delinquente que es el padre divorciado, que su crimen no quede impune por descuido u omisión, no sea caso que alguno escape de la hoguera infamante y se dedique a propagar esa peligrosísima conducta que es pensar en libertad y reivindicar el amor a sus hijos.
Dedicado al Magistrado Don Francisco Serrano, una voz valiente en el erial de la ideología. Y sin perjuicio de las mujeres que quiero y respeto, casi todas las que conozco.
lunes, 3 de enero de 2011
El parásito.
Parece que no hay cura. Mi médico se ha esforzado en convencerme que no estoy parasitado o que, en el mejor de los casos, el que me afecta no está catalogado en la literatura científica. Me ha explicado, santa paciencia la de este hombre sabio que me curaba las anginas de pequeño, que los parásitos son organismos que se aprovechan de otro para obtener de él nutrientes...eso, eso, le repetía yo. Moviendo contrariado la cabeza seguía indicándome que pueden ser micro parásitos o macro parásitos. No me dejó asentir a lo último y me disertaba concienzudo que normalmente los parásitos provocan en el huésped todo tipo de enfermedades y males. No me pude resistir, Paco !eso mismo! Calla y escucha, cortó. Existen parásitos internos y externos. Los internos habitan en el sujeto y lo debilitan pues su única función no es procurarse sustento por sí mismos sino vivir a expensas del huésped. Me puso de ejemplo un gusano platelminto, la tenia, que mediante su cabeza con ganchos, se fija a las paredes del intestino de la víctima succionando esos nutrientes que de manera gratuita se procura en detrimento del pobre ser que lo porta. Es un bicho que te deja anémico y encima transmite otras enfermedades. Los externos, piojos, garrapatas (casi grito cuando nombró a la garrapata) se fijan en el exterior del sujeto y le chupan la sangre, inoculando al tiempo microbios y una retahíla de enfermedades de nombre impronunciable. Estos bichos, además, proliferan y contagian al resto de la familia con sus crías, infestando las cabezas y la piel de todos los que se encuentran alrededor. Sí, sí, es lo que tengo, doctor. Que no, hombre, qué vas a tener tú. Pero es que todos los síntomas que dices me pasan a mí, te lo aseguro. Haciendo gala de ese aguante de quien tiene a sus espaldas años y años de consulta, me preguntó: vamos a ver, piensa en un síntoma, una reacción que no cuadre con todo lo que te digo, seguro que la encuentras. Bueno, repuse, mi parásito me habla. Me miró estupefacto mientras, nervioso ya, rompía la receta a medio escribir. Muy serio me quería mandar al especialista, es que lo mío no es la psiquiatría, murmuraba aburrido. Mejor lo dejo, me despedí, veo que no tienes cura para mí. Gracias por tu tiempo, disculpa, seguro que tienes muchos pacientes esperando...
No me atreví a contarle que el otro día, cuando llamé a mi hija para felicitarle el nuevo año, el enorme parásito atendió el teléfono y al pedirle hablar con la niña, es un parásito a primera vista inocuo pero de terribles efectos, me preguntó que de parte de quién.
No me atreví a contarle que el otro día, cuando llamé a mi hija para felicitarle el nuevo año, el enorme parásito atendió el teléfono y al pedirle hablar con la niña, es un parásito a primera vista inocuo pero de terribles efectos, me preguntó que de parte de quién.
sábado, 1 de enero de 2011
Políticamente incorrecto.
Conversaba el otro día con Luna. Amargamente me relataba su indignación al conocer que la pareja del padre de su hija insiste en que la nena le llame mamá, no de un modo sutil, sino desvergonzado, groseramente, con la aquiescencia del custodio. Luna es objeto del desprecio militante de su hija, de una situación que, aún por repetida, no deja de causarme la sorpresa de comprobar tanta identidad en las reacciones, tanta similitud en el guión de la alienación. Siempre pienso que parece que haya publicada en alguna editorial siniestra un manual, best seller del horror, que algunos padres y madres leen con fruición y provecho hasta convertirse en alumnos aventajados y matrícula cum laudem de ese saber diabólico. Dolorida en lo más íntimo de su alma ante la separación de los hijos que ella parió Luna se me lamentaba iracunda ante la injusticia que padece. Es que esto atenta a lo más sagrado, es que me dan ganas de tomarme la justicia por mi mano y cargarme a todos, lloraba. Por el tono empleado y la desesperación de sus palabras me dieron ganas de tirar del cable del teléfono para sujetarla pero lo más que pude fue escuchar en silencio y reflexionar con ella, aplicar el consuelo emoliente del llanto compartido ante tanto dolor, dominar la amargura en momentos tan críticos para no hacerla incontrolable. Y reconocer que uno mismo participa de esa desesperación de animal atrapado en su instinto. Son momentos de fantasía onírica e inconsciente que de inmediato controla la razón. O no. Escuchar a Luna desbordada en la distancia de la voz, con la determinación desatada del más primitivo y ancestral estímulo de ataque furibundo ante lo incomprensible me dejó en la más dramática lucidez. La compresión instantánea pero fugaz del horror de situaciones que lees en los periódicos. Ya sé que esto es notoriamente incorrecto pero que quede claro, hablo de comprensión en su acepción de entender, no de justificar.
La noticia terrible del crimen incomprensible de un padre, suelen ser ellos, que acaba con la vida de su pareja y de sus hijos, arrastrando luego su propio ser, no es objeto del análisis desde esa lucidez que digo experimenté. Es un crimen horrendo, una tragedia inabarcable por su magnitud de locura. Pero ahí queda, dato en la estadística que debiera llevarse en otra contabilidad separada. A veces quisiera conocer los detalles, no por un afán morboso, sino para comprender, para explicar con la razón, los motivos íntimos que desencadenan un drama tan atroz. La respuesta del maltrato por convicciones de un machismo montaraz y ensimismado no me satisface. Acompañan estas noticias el aliño de la incredulidad de las gentes que rodean el drama. Nadie pudo imaginarlo ni prever qué sorda sedimentación de acontecimientos estaba destina a buscar una válvula de escape y explosionar en sangre y vidas truncadas. A veces se cuenta que el homicida estaba en un proceso de separación, que no supo encajarlo y arremetió contra la que personificaba sus males. ¿Y los hijos? No hay explicación posible desde la razón y desconfío que la psicología pueda dar respuestas si no se atiende a lo primario del ser humano en su entronque con la de la bestia atávica que le acompaña. Tampoco el derecho tiene respuesta.
Todo es demasiado doloroso, todo es demasiado incomprensible para un ser al que se le ha despojado de aquellos elementos que le daban sentido, los ladrillos fundamentales que armaban su existencia. Luna me dejó ver fugazmente los bordes de la locura. Una luz instantánea de entendimiento que me dejó horrorizado ante tanto sufrimiento y la visión del infierno que puede ser la alienación. Y no se justifica, hay que rechazar la llamada del instinto y combatirla aunque hayas podido comprenderla, quizás por eso mismo.
La única conclusión razonable, de estar en tal estado, la mejor recomendación, es cumplir la llamada inexorable si no es posible eludirla, comenzando por uno mismo. Al menos es una salida civilizada entre tanto desespero. Con una buena noticia: no está penada y supone un descanso para siempre.
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