"Entre las diferentes estrategias usadas por los padres alienadores destaca, por su efecto devastador, la formulación de falsas acusaciones. En términos muy gráficos se ha descrito esta maniobra como “la bala de plata”, con la que, de modo casi infalible y en un altísimo porcentaje de casos, se consigue destruir, a veces para siempre, la relación paterno-filial"

viernes, 25 de noviembre de 2011
No quiero ir contigo
Terrible frase que todos hemos escuchado. Así, o con la variedad que nuestra lengua viste de palabras al mismo sentimiento. Sentimiento de quien lo dice convencido de que ese es su deseo más íntimo y lo lanza como un grito, mitad queja, mitad puñetazo dirigido al más recóndito resorte de nuestro ser. Y duele, y ofende, y mina en lo más profundo de la conciencia atávica del que se siente padre todavía. Porque si la desazón no te inunda cuando te arrojan una tras otra esas palabras, mejor no sigas leyendo. Si alguna vez las escuchaste como una letanía, repetidas como mantra, y no te siguen lacerando, amigo, lo siento, ya eres un enemigo vencido. Porque se trata de eso, de vencerte antes que te convenzas. Yo no soy quién para dar respuestas, no las tengo. Yo sólo pregunto qué hacer si no quiero ir contigo y tú sí que quieres. Recuerda, el pez no sabe qué es el agua.
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Cuando escuché por primera vez que no querían verme, pude sentir perfectamente como el filo se clavaba de golpe, y se abría camino hacia mi interior muy, muy lentamente. Todavía sangra, no me rindo.
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